Es una escena común en cualquier restaurante: la comida llega a la mesa y, antes de que alguien pruebe el primer bocado, una docena de teléfonos se alinean sobre el plato. El ritual de fotografiar la comida se ha convertido en un fenómeno global, y para muchos, despierta una pregunta cargada de fastidio: ¿Por qué esta necesidad, a veces percibida como "estúpida", de capturar lo efímero?
Es fácil tildar este comportamiento de superficial, de un mero acto de presunción en redes sociales. Pero, ¿qué hay realmente detrás de esta compulsión digital? La psicología nos ofrece varias claves que van más allá de la simple vanidad.
1. No Solo es Presumir: La Búsqueda de Validación Social
En el corazón de esta acción yace una de las necesidades humanas más profundas: la pertenencia y la validación. Cuando compartimos una foto de un plato exquisito, no solo estamos mostrando comida; estamos comunicando una experiencia, un estilo de vida y un estatus.
· "Mira dónde estoy, mira qué puedo permitirme": Es una forma no verbal de señalización social. Un plato en un restaurante elegante, una comida casera perfectamente elaborada o un postre extravagante son símbolos que proyectan éxito, buen gusto y acceso a experiencias exclusivas.
· El "Like" como Recompensa: Cada like, comentario o compartida actúa como una micro-recompensa social. Es la confirmación del grupo de que nuestra elección fue acertada, nuestra experiencia es valiosa y, por extensión, nosotros somos interesantes. Es una dosis rápida de dopamina que refuerza el comportamiento.
2. El "Yo" Curatorial: Construyendo una Identidad Digital
Nuestras redes sociales se han convertido en la vitrina de nuestro "yo" ideal. Fotografiar la comida es una pieza clave en esta construcción identitaria.
· "Soy una persona que disfruta de los placeres gourmet".
· "Soy un viajero aventurero que prueba sabores exóticos".
· "Soy un anfitrión detallista que cocina para los demás".
Cada foto es una pincelada en el autorretrato digital que queremos mostrar al mundo. No se trata solo de la comida; se trata de la historia que contamos sobre nosotros mismos a través de ella.
3. El Miedo a Perder la Experiencia (FOMO - Fear Of Missing Out)
En la era digital, si no hay foto, no sucedió. Fotografiar el plato es una forma de "apropiarse" de la experiencia, de hacerla tangible y permanente. Es un intento de combatir la fugacidad del momento. Al compartirla, también se invita a otros a ser testigos (y a sentir un poco de envidia) de esa vivencia de la que ellos "se están perdiendo".
4. ¿Y el Placer Gastronómico Real? La Desconexión Ironica
He aquí la gran paradoja. El afán por documentar la experiencia para otros puede, irónicamente, arruinar la experiencia para uno mismo.
· La Tiranía del Ángulo Perfecto: La ansiedad por conseguir la mejor luz, la composición ideal y el filtro adecuado puede generar estrés y alejarnos del placer sensorial inmediato de oler y saborear.
· La Comida se Enfría: Mientras el fotógrafo ajusta la configuración, los alimentos pierden su temperatura ideal.
· Del Paladar a la Pantalla: El foco de atención se desplaza del sabor a la estética, de lo privado a lo público. En el peor de los casos, estamos más pendientes de la reacción online que de nuestra propia satisfacción.
Conclusión: ¿Es Realmente "Estúpido"?
Calificar este hábito simplemente de "estúpido" es una simplificación. Es un comportamiento complejo, arraigado en nuestro deseo de conexión, reconocimiento y construcción de identidad en un mundo hiperconectado.
Sin embargo, la invitación es a la conciencia. La próxima vez que tu plato llegue a la mesa, pregúntate:
· ¿Estoy haciendo esta foto para yo, para recordar un momento genuinamente feliz?
· ¿O lo hago principalmente para los demás, buscando llenar un vacío de validación externa?
No hay una respuesta incorrecta, pero ser consciente de la motivación puede ayudarnos a encontrar un equilibrio. Tal vez la clave está en tomar la foto rápido, guardar el teléfono y sumergirse por completo en los sabores, los aromas y la compañía. Al final, el recuerdo más valioso no debería vivir solo en la nube, sino en nuestro paladar y en nuestra memoria, sin filtros.
¿Y tú, por qué le tomas fotos a tu comida?
Guarda el teléfono. Habla con la persona que tienes enfrente. Saborea el maldito plato. Deja de pretender que eres un crítico culinario y un fotógrafo de moda. El mundo no necesita otra foto genérica de una tabla de quesos. Lo que el mundo necesita (y tú también) es un poco más de autenticidad y un poco menos de postureo.
Tu feed de Instagram sobrevivirá. Y quizás, solo quizás, tú empieces a vivir una vida que valga la pena ser vivida, no solo fotografiada.

No hay comentarios.:
Publicar un comentario