Durante más de dos siglos, el Frankenstein de Mary Shelley ha sido el monstruo inmortal: un científico brillante pero estrecho de mente juega a ser Dios, creando vida a partir de trozos de cadáveres. Horrorizado por su propia creación, abandona a su criatura, y esta, rechazada, se convierte en un monstruo temido por la sociedad.
La mayor parte del público cree que Frankenstein proviene de las películas, no de la novela de 1818. El film "Frankenstein", dirigido por Guillermo del Toro y protagonizada por Oscar Isaac y Jacob Elordi, ya en Netflix, es más fiel a Shelley que la mayoría de las adaptaciones cinematográficas del mito, porque en la nueva cinta hay empatía por la criatura, y el tema central delfilm es la advertencia sobre la arrogancia del hombre al pretender ser Dios.
Cómo Hollywood reinventó al monstruo
Las múltiples vidas de Frankenstein
A lo largo de los años y los siglos, el "monstruo" ha sufrido innumerables versiones y reinterpretaciones.
La productora británica Hammer Films nos brindó nuevas versiones en color: "La maldición de Frankenstein” (1957) y "Frankenstein y el monstruo del infierno” (1974). Estas versiones retratan a una criatura más trágica que aterradora y al megalómano barón Frankenstein (Peter Cushing) como el verdadero villano.
También existen parodias: "Abbott y Costello contra los fantasmas” (1948), "The Rocky Horror Picture Show" (1975) o "El joven Frankenstein" (1974), de Mel Brooks.
En televisión, la serie de los 60 "La familia Monster" transformó a Frankenstein en Herman Munster, un padre de familia amable, aunque algo despistado.
Reivindicando a la creación de Shelley
El Frankenstein de Guillermo del Toro busca recuperar la intención original de Mary Shelley. Fiel en espíritu, si bien no en cada detalle, su versión devuelve la historia a sus raíces. No es un relato de terror, sino de creación, rechazo y responsabilidad moral.
Esta obra épica de dos horas y media destaca la empatía de la novela hacia la criatura, tratándola no como a una abominación, sino como a un ser sensible en un mundo que no puede aceptarla.
Temáticamente, el cineasta se alinea con las preocupaciones de Shelley: el peligro de la creación desenfrenada, la arrogancia del dominio humano y la profunda soledad del marginado. Al igual que Shelley, el cineasta interpreta la tragedia como una historia de abandono: un padre incapaz de amar su creación. El protagonista principal, Jacob Elordi, ofrece una actuación reveladora, una criatura en ensencia muy bondadosa e inocente que llega a comprender el lado oscuro de la humanidad.
La versión del "Frankenstein" de Guillermo Del Toro no reinventa el mito, sino que revive su esencia moral. Al despojarlo de lo extravagante, los rayos y la teatralidad del científico loco, retoma la pregunta central de Shelley: ¿Qué sucede cuando la ambición humana y el progreso tecnológico superan la empatía?
En una era marcada por la inteligencia artificial, la ingeniería genética y el poder de la toma de decisiones algorítmica, tal vez el verdadero monstruo no se esconda en un laboratorio, sino que nos observa desde el brillo de nuestras pantallas.
(rmr/cp)




No hay comentarios.:
Publicar un comentario