miércoles, 3 de septiembre de 2025

No todos los dinosaurios carnívoros mordían igual de fuerte

El T. rex destacó por su mordida aplastante, pero otros gigantes como el giganotosaurus y el spinosaurus usaron cráneos adaptados para desgarrar o pescar, mostrando estrategias evolutivas distintas en la caza.

Un grupo de investigadores realizó un análisis exhaustivo de la biomecánica alimentaria, el diseño del cráneo y la fuerza de la mordida de 17 dinosaurios carnívoros que merodearon hace millones de años en la Tierra, detalla un estudio publicado en Current Biology.

En concreto, depredadores grandes como el tiranosaurio sometían a sus presas con fuerza bruta, con una potente mordida capaz de aplastar huesos. Pero otros carnívoros similares, como el giganotosaurus, se valía más de desgarrar y rasgar la carne, mientras que el spinosaurus usaba su hocico alargado y estrecho para capturar peces.

La fuerza de la mordida no era determinante

La investigación confirma que el Tiranosaurio rex poseía, con diferencia, la mayor fuerza de mordida estimada, con un cráneo muy reforzado y unos músculos mandibulares enormes. Sin embargo, también demostró que otros dinosaurios depredadores desarrollaron estrategias eficaces para derribar a sus presas.

"Descubrimos que los depredadores no desarrollaron todos el mismo tipo de cráneo para hacer frente a los retos que planteaba alimentarse con un tamaño tan enorme. No hay una única forma 'correcta' de ser un carnívoro gigante", afirma el paleontólogo y autor principal Andre Rowe, de la Universidad de Bristol.

Los científicos analizaron al grupo de los terópodos, que incluye a los dinosaurios carnívoros. Desde el Herrerasaurus, uno de los dinosaurios más antiguos que se conocen y que vivió en Argentina hace 230 millones de años, hasta el T. rex, que se extinguió junto a todos los otros dinosaurios hace 66 millones de años cuando un asteroide cayó sobre la Tierra.

Comparación con parientes vivos de los dinosaurios

Los autores crearon cráneos tridimensionales de las 17 especies estudiadas y calcularon la fuerza muscular de la mordida de los dinosaurios usando modelos de parientes vivos como aves y cocodrilos.

"No nos centramos en la fuerza bruta de la mordida. Estábamos probando cómo los cráneos distribuían esa fuerza bajo carga y cómo estas distribuciones variaban según cada linaje de carnívoros", explicó Rowe.

La evolución de las especies hizo la mordida más fuerte

Mientras más antiguos eran los terópodos analizados, menor era la fuerza de sus mordeduras, plantea Rowe. El aumento de la fuerza y la resistencia del cráneo se desarrolló gradualmente con el tiempo, alcanzando su punto álgido con el T. rex y sus parientes cercanos, que aparecieron a finales del período Cretácico.

"En los tiranosaurios, se produce un gran salto en la resistencia del cráneo y la mecánica de la mordida, que coincide con cráneos más profundos, una arquitectura ósea más robusta y cambios en la inserción de los músculos de la mandíbula. Por lo tanto, el aumento no fue inmediato. Evolucionó con el tiempo y en algunos linajes más que en otros", afirma Rowe.

Diferencia entre los terópodos carnívoros más grandes que habitaron la Tierra

El tiranosaurio, el giganotosaurus y el spinosaurus eran tres de los terópodos más grandes, pero sus cráneos eran muy diferentes. Quizás el tiranosaurio más grande que se conoce es Sue, un ejemplar que se encuentra en el Museo Field de Chicago y mide 12,3 metros de largo.

En tanto, el giganotosaurus vivió en Argentina a mediados del Cretácico, mientras que el spinosaurus habitó el norte de África aproximadamente en la misma época. Ambos precedieron al T. rex en unos 30 millones de años.

"El giganotosaurus era grande, pero su cráneo no estaba diseñado para alimentarse con la misma fuerza que el T. rex. El spinosaurus tenía un hocico largo y estrecho, lo que concuerda con una dieta basada en la pesca, aunque tenemos pruebas fósiles de que se alimentaba de otros animales", cuenta el experto.

El estudio muestra "flexibilidad evolutiva"

El tamaño gigante del cuerpo no llevó a todos los terópodos hacia el mismo diseño. Una mayor fuerza de mordida fue una estrategia, pero no la única: "Algunos animales ganan con su fuerza bruta, otros con golpes rápidos o repetidos. Lo que vemos aquí es un espectro de adaptaciones ecológicas. Estos animales no intentaban ser clones del T. rex. Resolvían el mismo problema de diferentes maneras", destaca Rowe.

Y concluye: "Ese tipo de flexibilidad evolutiva probablemente les ayudó a dominar los ecosistemas durante tanto tiempo".

JU (rtre, Universidad de Bristol, Current Biology)

 

 

Nota cortesía:
 
Fuente de información:
 
Redacción DW en  Español (2 de septiembre de 2025). No todos los dinosaurios carnívoros mordían igual de fuerte. DW en Español. Alemania. Recuperado el 3 de septiembre de 2025 de: https://www.dw.com/es/no-todos-los-dinosaurios-carn%C3%ADvoros-mord%C3%ADan-igual-de-fuerte/a-73849865
 
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martes, 2 de septiembre de 2025

Los bisontes "reviven" las praderas del Parque Yellowstone

Investigadores confirmaron que el bisonte, una especie que estuvo al borde de la extinción en Norteamérica, actúa como "especie clave" que renueva praderas, aumenta la diversidad vegetal y favorece a otros animales. 

Un nuevo estudio publicado en Science revela que el bisonte, un gran animal símbolo del Oeste de Estados Unidos, está revitalizando los ecosistemas de los pastizales en el Parque Nacional Yellowstone, con beneficios que se extienden a otros ecosistemas.

Los bisontes son los mamíferos terrestres más grandes de América del Norte, donde alguna vez vagaron decenas de millones de ellos antes de estar casi al borde de la extinción a causa de los colonos europeos.

Una "especie clave" para las praderas

Durante mucho tiempo, los científicos han sospechado que estos peludos animales actúan como "especies clave", moldeando los paisajes de las praderas mediante el pastoreo, así como al revolcarse y ayudar a la dispersión de semillas.

Los recientes hallazgos revelan que los bisontes tienen un impacto en la salud del ecosistema cuando se les permite vagar libremente por la naturaleza.

"Es realmente un renacer de lo que alguna vez estuvo allí", apunta Bill Hamilton, coautor principal del estudio y profesor en la Universidad Washington and Lee.

Un regalo para otras especies

Investigaciones anteriores han sugerido que sus enormes manadas ayudan a fijar carbono en el suelo. Además, al alimentarse de los pastos, los bisontes aceleran el ciclo del nitrógeno, entregando grandes cantidades de nutrientes a las plantas. 

El resultado: forraje con más de un 150 % adicional de proteína, un regalo para todas las criaturas que se alimentan en la pradera, desde alces y ciervos hasta berrendos y borregos cimarrones.

De millones de ejemplares a su casi extinción

Se estima que a principios del siglo XIX sus poblaciones eran tan vastas que se situaban entre 30 y 60 millones de ejemplares.

Luego llegaron los ferrocarriles. La construcción de la primera línea transcontinental estuvo acompañada de una campaña de exterminio despiadada: cazadores disparando desde trenes, dejando a los cadáveres pudrirse.

La caza de bisontes no solo estaba destinada a obtener pieles, sino también a dejar sin recursos ni alimentos a los nativos americanos, para quienes los bisontes eran un pilar cultural y económico.

Esfuerzos por recuperar al bisonte

A principios del siglo XX, la especie estaba al borde de la extinción. Los esfuerzos de recuperación aumentaron su población a aproximadamente 400.000, pero casi todos sobreviven en manadas pequeñas y gestionadas en reservas privadas.

Solo en el Parque Nacional de Yellowstone, hogar de unos 5.000 ejemplares, los bisontes aún vagan con algo parecido a su antigua libertad, recorriendo cientos de kilómetros al año.

Rastreo de bisontes en zonas pastadas y no pastadas

Para los científicos, eso convierte al parque en un raro laboratorio viviente. Entre 2015 y 2021, los científicos rastrearon con imágenes satelitales y GPS los movimientos y patrones de pastoreo de los animales en sus principales hábitats.

Los resultados muestran que los bisontes que vagan libremente mantienen los pastos y flores silvestres cortos, densos y ricos en proteínas. Además, el estiércol y la orina de estos animales ayuda a tener un efecto fertilizante.

Incluso las áreas que parecían "cortadas al ras" por los bisontes seguían siendo ecológicamente vibrantes, con productividad y diversidad intactas.

"Los pastos exudan carbono en el suelo después de ser pastados, y eso en realidad estimula las poblaciones microbianas durante hasta 48 horas", explica Hamilton.

Intereses agrícolas versus protección de la vida silvestre

Los hallazgos llegan en un momento complicado para la conservación, ya que la administración del presidente Donald Trump se inclina fuertemente hacia los intereses agrícolas por encima de la vida silvestre.

Los ganaderos argumentan que permitir que los bisontes vaguen libremente provocaría que destruyan cercas, se mezclen con el ganado y propaguen enfermedades.

Sin embargo, el coautor Jerod Merkle, de la Universidad de Wyoming, asegura que el beneficio ecológico es innegable: "Debemos dejar de pensar en los bisontes como ganado clásico, y pensemos en ellos como una especie que crea heterogeneidad, que necesita grandes espacios para moverse y que está bien tener grandes grupos de ellos a veces".

JU (afp, Science, discoverwildlife.com)

 

Nota cortesía:
 
Fuente de  información:
 
Redacción DW en Español (1 de septiembre de 2025). Los bisontes "reviven" las praderas del Parque Yellowstone. DW en Español Alemania. Recuperado el 2 de septiembre de 2025 de: https://www.dw.com/es/los-bisontes-reviven-las-praderas-del-parque-yellowstone/a-73832930
 
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lunes, 1 de septiembre de 2025

Índice de Complejidad Económica de Harvard: México anota su mejor nivel

México escaló cinco posiciones respecto a la medición del 2022 y para el 2023 se ubicó en la posición 17 en el Índice de Complejidad Económica de la Universidad de Harvard.

El Índice de Complejidad Económica de la Universidad de Harvard es un indicador que mide la diversificación de un país en materia de comercio global, contemplando exportaciones e importaciones y la complejidad de las mismas. 

En la edición 2023, la más reciente, México logró su récord: trepó cinco lugares —respecto de la edición previa— y se ubicó en la posición 17 entre los países más complejos económicamente.

La escalada de México en este indicador refleja que el país logró nivelarse con gigantes como Estados Unidos y China que se ubicaron en los lugares 15 y 16 respectivamente.

El top cinco lo ocupan Singapur, Suiza, Japón, Taiwán y Corea del Sur, en ese orden. 


Nota cortesía:
 

Fuente de información:

Redacción El Economista (26 d agosto de 2025). Índice de Complejidad Económica de Harvard: México anota su mejor nivel. El Economista. México. Recuperado el 1 de septiembre de 2025 de: https://www.eleconomista.com.mx/economia/indice-complejidad-economica-harvard-mexico-anota-mejor-nivel-20250826-774381.html
 
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